Miedo

Y qué es el miedo, pues esa sensación de angustia o sentimiento de desconfianza. La gran mayoría de las veces el miedo es generado por nuestra propia mente, no existe, pero nos mata por dentro. El miedo es el enemigo más grande que habita con nosotros, es el que no nos deja avanzar, crecer como personas, disfrutar de los pequeños momentos, de las oportunidades que nos da la vida.
Solemos tener miedo de lo nuevo, de lo desconocido, de los cambios, pero, todo eso forma parte de nuestra vida y si todo eso ocurre es porque la vida así lo quiere. Cada uno de nosotros tenemos un camino, un propósito y no podemos cambiar nuestra dirección por el miedo.
En todos estos años, en estos últimos meses, he comprobado en mis propias carnes el daño que puede crear el miedo. A día de hoy mi miedo sigue ahí.
Miedo a que algo salga mal, a cometer los mismos errores por no haber aprendido la lección, a ser abandonados, a que nos utilicen, a que nos mientan, a que nos hagan daño.... Pero en verdad somos nosotros los que nos hacemos daño por permitir que el miedo decida por nosotros, por no disfrutar las cosas como vienen, sea bueno o malo, tarde o temprano te darás cuenta que todo absolutamente todo lo que te ocurre es bueno. Te das cuenta que cada experiencia, cada persona te ha dejado una lección, una sonrisa, un momento. 

Que muchas veces necesitamos un abrazo, tan solo un abrazo que sin palabras lo dice todo.
Y yo, llegada a este punto de mi vida, después de estos días, después de llorar, gritar, decidir y por supuesto sentir el miedo, he llegado a la conclusión que lo que debemos es mirarle de frente y decirle, ¡BASTA!.
Que es mejor soñar y disfrutar día a día, ser agradecido con esas personas que están ahí sacándote una sonrisa  cada día, mostrando interés, ayudándote a que por solo un instante tu miedo no esté....
Que hay que disfrutar de lo que viene porque nos enseñará una lección muy importante que es la de superación. Porque hoy estamos aquí, pero mañana no lo sabemos.
Que no podemos quedarnos en la estación esperando por miedo a coger ese tren porque una vez que se vaya, no hay vuelta atrás.